Con Gayà y Carlos Soler al fin del mundo

Con Gayà y Carlos Soler al fin del mundo

Ser del Valencia es un sufrimiento. Eso de vencer con solvencia se deja para otros. Pero había que sumar tres puntos. Ganar, ganar y volver a ganar, que diría el sabio Luis Aragonés. Es la única manera de validar un buen partido. Fue un resultado justo y necesario tras ocho jornadas sin éxito absoluto. Muchísimas. Demasiadas. Carlos Soler, con un zapatazo magistral desde fuera del área, reconforta a Javi Gracia e insufla tranquilidad a un equipo que coqueteaba con el riesgo. Y no sólo por la victoria, también por la manera de hacerlo. Dominó el choque, tuvo las mejores ocasiones, estuvo serio en defensa y jugó a lo que quería. Por fin actuó como un equipo grande. Como lo que es. Y entre todos sobresalieron dos canteranos. Sobre ellos hay que edificar el proyecto.. Con Gayà y Carlos Soler al fin del mundo.

Cuando los eruditos del fútbol internacional insisten en loar a Angeliño, Reguilón o Theo (aunque este ha manifestado que quiere jugar con Francia) como los laterales izquierdos más en forma te tienes que reír. No hay un especialista en ese puesto como José Luis Gayà. Don José Luis Gayà. Capitán del Valencia. Con el brazalete que honraron Claramunt, Puchades, Fernando o Albelda. El mejor de España en ese puesto. De largo. Y de Europa muy probablemente. En Zorrilla dio una clase maestra. Cuando no se puede acceder por el centro, nada mejor que utilizar las bandas. Así lo hizo el Valencia.

El de Pedreguer y Wass -e incluso Correia, aunque este jugador tiene acciones impropias de una liga como la española- descosieron el balance defensivo del Valladolid. Sobre todo en la primera mitad. La mejor ocasión de esta fase fue un excelso zurdazo de Gayà que, tras rozar los dedos de Masip, golpeó con furia en la cruceta. Pero hubo muchas más. El lateral dispuso de otros dos disparos con peligro. Pero cuando no chutaba, centraba para que Wass o Maxi intentaran abrir el marcador.

En estos primeros minutos no se consiguió, aunque se mereció. Fueron buenos momentos del Valencia. De los mejores de la temporada. Un equipo serio, juicioso y con voluntad. Ante la ocupación de espacio en el centro que planteó Sergio González, el color blanquinegro avasalló en las bandas. Pero para ejecutar los ataques por ahí, antes había que robar el balón. Racic se puso pegamento en las botas. Se las llevó todas. Si mejora en el pase será un mediocentro de nivel…Saber mas

Fuente: Las Provincias

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